¿Un corsario de bandera argentina quiso rescatar a Napoleón? |
¿Un corsario de bandera argentina quiso rescatar a Napoleón? A casi 200 años de su muerte (1821), siguen llegando cartas para Napoleón Bonaparte a Santa Elena, la isla-prisión que fue su último domicilio terrestre. Un dato que permite medir hasta qué punto el magnetismo de su personalidad podía encender la imaginación, el espíritu de aventura, el coraje y las pasiones políticas de sus contemporáneos en aquellos tiempos de revolución y guerra. Al punto de soñar con la proeza de liberarlo. Uno de ellos fue el francés Hipólito Bouchard, al timón de una nave llamada La Argentina. La fuga no tuvo lugar, lo sabemos, pero un rescate como ése, impensable y heroico, habría estado a la altura de la novelesca vida de Napoleón Bonaparte. Pensemos que muchos de los hombres de Napoleón, huyendo de las represalias del enemigo, habían encontrado refugio y ocupación en el nuevo continente que pugnaba por abrirse un camino independiente y obtener el reconocimiento de las demás naciones. Toda la gesta napoleónica había tenido gran impacto en las revoluciones sudamericanas; incluso fue su detonante desde que la noticia de la abdicación forzada de Carlos IV y la destitución de su heredero, Fernando VII, cayó como chispa en pradera seca, encendiendo en los corazones criollos primero el fuego del autogobierno y después el de la independencia. Los patriotas rioplatenses, escasos de recursos, no tuvieron otra alternativa que apelar a los corsarios. La mayoría eran extranjeros, desocupados tras el fin de la guerra de independencia americana y de las guerras napoleónicas, que buscaron empleo y nuevos escenarios para sus proezas. A algunos los motivaban los ideales y el ansia de gloria, a otros simplemente el lucro. Entre los primeros, los más célebres fueron ciertamente el irlandés Guillermo Brown y el francés Hipólito Bouchard, dos marinos que honraron la bandera de la incipiente Nación a cuyo servicio combatieron. Mientras los corsarios, norteamericanos o europeos bajo banderas americanas, surcaban el Atlántico, el que había sido el hombre más poderoso de Europa durante varios años, se encontraba en una de las islas más recónditas de ese Océano, Santa Elena, una roca casi inexpugnable en el Atlántico Sur, distante 2000 kilómetros de la costa africana (Angola) y 3.000 de la americana (Brasil). Hipólito Bouchard combatió a las órdenes de Guillermo Brown en el Pacífico, asediando a los españoles en el Callao y Guayaquil. Pero lo que nos interesa aquí es lo que hizo luego, en el año 1817. Bouchard regresa del Pacífico a Buenos Aires y planea una incursión -que le valdrá nuevas glorias- con el objetivo de sabotear otra vía esencial del comercio español: la ruta hacia Filipinas. Emilio Ocampo afirma que, "coincidentemente, pocas semanas después de que Bouchard zarpara de Buenos Aires, un plan de escape fue comunicado al prisionero de Santa Elena". Agrega: "De acuerdo a los pocos detalles que contamos sobre este proyecto, Napoleón debía dirigirse subrepticiamente hacia un punto determinado de la costa donde se embarcaría en un bote que lo llevaría a un buque anclado a barlovento". La idea de liberar a Bonaparte había estado en la mente de muchos revolucionarios americanos. "Si aparece en Sudamérica lo veremos nuevamente armado con un poder formidable", advertió con alarma un diplomático francés. Los ingleses, que sabian de estos rumores, no se confiaron y enviaron dos escuadrones de infantería y una flota, 2.500 efectivos en total, para vigilarlo. ¿Estuvo Bouchard involucrado en este intento de rescate? La Argentina zarpó de Buenos Aires el 9 de julio de 1817 y le hubiera tomado aproximadamente tres semanas llegar a Santa Elena. Probablemente nunca sabremos la verdadera historia detrás de este extraordinario episodio.- Fuente: Claudia Peiró - Diario Infobae.
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